El Semental y El Entrenador

Aquí yacemos suave junto a un pequeño arroyo

Alimento frío de tantos riachuelos de montaña,

Para beber nuestro merecido respiro ya urgente

Y nutrir sueños cansados que nacen en las entrañas.


Mientras tanto en su espalda la humedad brilla,

Su respiración se va haciendo más lenta todavía.

Tantos senderos transitados, cientos de millas,

Y todo lo que está por delante, según se permita.


Tan dulce para nosotros estos raros momentos

Cuando sublime y elevado se hace el silencio

Entonces dejo de parlotear por suficiente tiempo

Para escuchar a este noble mimo.


La quietud sobre él dura solo un momento

Hay maravilla en la brisa, sí, en el viento,

Tronarán con fuerza esos cascos inquietos.

Llévennos a donde quieran.


Estas grandes nociones logran su cabeza llenar

Y con estas no puedo competir

Y pronto un nuevo propósito empieza a buscar,

Que los demás no lo pueden derrotar.


¿Qué olor ha encontrado que lo controla?

Y lo fuerza adelante, incita su paso

Y yo, bueno yo, como he hecho siempre,

Me agarro con fuerza y me atengo al viaje.

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